Sentado en la silla de mi
cuarto sin saber qué subir al blog esta semana, sabiendo que ya llevas unos
días sin subir nada, y empiezas a pensar.
Sobre qué puedo escribir:
una película, un libro, una historia inventada… En ese momento, te das cuenta
que la temperatura de tu cabeza está subiendo, y decides mirar por la ventana
para poder despejar tensiones y pensar con claridad. Una vez con la vista en la
calle, sigues pensando: dónde irá ese señor, qué estará oliendo ese perro, mira
que mal aparca ese coche… Ya es tarde, estás atrapado en el mundo de tu cabeza.
Al haber cambiado de
escenario, ya no eres consciente de tus pensamientos, y se te pasan por la
cabeza todo tipo de preguntas, de cualquier tema. Empiezas a planear lo que vas
a hacer después y lo que pasaría si no lo haces.
Pero de repente, un rayo de
luz te dice “venga”, y por arte de magia retomas el tema del principio.
